viernes, 29 de abril de 2011

11 maneras efectivas de disciplinar a un niño

La consistencia en reglas y rutinas es clave en la educación de un hijo. Maneras simples de lograrlo.

La disciplina es un marco de referencia para hacerle saber a los niños cuáles son sus límites. A través de ésta pueden organizarse en su vida cotidiana y aprenden a anticiparse a ciertas situaciones.

Las rutinas y las reglas son parte esencial de este proceso y son los padres a quienes les corresponde esta labor. Algo importante: si bien hay que actuar con firmeza esta no implica maltrato, brusquedad ni malas palabras. Los papás pueden sentir rabia pero tienen que aprender a controlarse. Ante todo, el amor y el respeto.

Un niño se portal mal cuando no se siente importante y hay que mostrarle cómo se debe comportar en el mundo. Es vital buscar los motivos detrás de un mal comportamiento: es posible que el niño se sienta relegado, le falte atención o esté acostumbrado a que lo miren todo el tiempo.

La idea es que un pequeño se sienta protegido, no perseguido. Estas son 11 maneras de disciplinar a un infante entre los 2 y los 4 años de edad.

1. Firmeza. Cuando los padres dicen algo, deben estar preparados para actuar y cumplir. La consistencia es importante. Si afirman ‘es hora de dormir’, es necesario que acompañen su expresión con hechos: ayudar a ponerle la pijama, cepillarle los dientes y leerle un breve cuento al menor. Nunca deben gritar desde el otro cuarto. Es básico que el niño aprenda que las palabras vienen acompañadas de acciones.

2. Rutinas claras. Es clave que existan horarios para cada momento del día, entre ellos, las comidas principales, la hora de ir a acostarse, de levantarse o de bañarse. Hoy por hoy se ha comprobado que durante el tiempo que los padres dejan de establecer rutinas, los niños se vuelven más nerviosos, tienen mayores inconvenientes para dormir y son de difícil manejo.

Entre los 2 y 4 años de edad, los infantes aprenden todo lo que tienen que saber en la vida. Su cerebro está listo para recibir esta información. De allí la importancia de las rutinas.

3. Reglas. Un hogar funciona adecuadamente cuando se le explica al infante qué se espera de él, qué es adecuado y qué no. No hay que tener muchas pero tampoco muy pocas. Las de convivencia (no pegarle al hermano, por ejemplo), entre otras, son necesarias.
Cuando no cumpla una regla, debe mostrársele que hizo algo inadecuado y que existen cosas que no se pueden aceptar. Todo comportamiento tiene consecuencias (‘le pegaste a tu mamá, así que en este momento no vas a estar con ella o 'como le dijiste palabras inapropiadas a tu papá, él no va a seguir jugando contigo por ahora').

4. Hablar sólo lo necesario. No hay que amenazar, más bien advertir. La advertencia es un aviso de que algo va a pasar. Si el niño hace una cosa que los padres no aprueban, estos deben hacérselo saber. Pueden aislarlo un tiempo (para que reflexione); si botó la comida, quitarle el plato o si le pegó al hermano, detenerle la mano y retirarlo del lugar.
Nada de cantaletas: menos palabras y más acciones.

5. Pataletas, ¡ignórenlas!. No hay que asustarse. Sólo debe prestársele atención al menor cuando esté tranquilo. Mientras esto no suceda, no hay que mirarlo ni tocarlo. Puede decírsele: “En el momento en que te calmes, hablamos”.

6. Escogencias limitadas. Es necesario darle a escoger entre dos opciones y no múltiples. A esta edad, los pequeños tratan de hacer muchas cosas y es conveniente guiarlos. Cuándo existen únicamente dos posibilidades, es más fácil para un infante decidir: ¿quieres jugo o agua? ¿Deseas lavarte los dientes o ponerte la pijama?

7. Disciplina protectora. Se le retiran privilegios. “Este juguete se va a descansar un rato mientras te pones de acuerdo con tu hermano cómo se lo pueden turnar”.

8. Autonomía. Hay que estimularla. Una manera de hacerlo es motivar al pequeño a vestirse y a bañarse solo. Aquí es clave modelarle: ¡mira, así se ponen los zapatos!

9. Batallas que vale la pena luchar. Debe tenerse en cuenta que es clave priorizar ciertas conductas. ¿Qué es más importante, que el niño salude a los tíos o que no le pegue a la hermana? Si no se logra lo primero, hay que insistir en lo segundo que, en este caso, cobra mayor relevancia.

10. No abusar del NO. Los niños no entienden el mensaje sino la acción (¡No más, se acabó¡ y se le saca del sitio). Así mismo, cuando hagan algo positivo, es vital felicitarlos. Los pequeños necesitan mensajes de aprobación; es una manera de estimularlos.

11. Calidad vs. cantidad. Debe dedicársele a cada hijo un tiempo individual y exclusivo. Se sentirá importante y se fortalecerá su autoestima. Es necesario, además, que el tiempo que se pase con el pequeño sea realmente divertido, sin interrupciones ni afanes.

Fallas comunes de los padres

Cuando no existe disciplina, los niños carecen de organización interna, no son eficientes, no cumplen, no saben planear una actividad, no saben organizarse y no tienen hábitos ni habilidades básicas para triunfar en la vida.

Con frecuencia, los padres cometen errores como:

  • Exceso de reglas. Se les va la mano y se vuelven ‘molestos’.
  • Pocas reglas. Son muy permisivos.
  • Ausencia de consistencia. Un día si y al otro no.
  • Culpa, mala consejera: con regalos tratan de comprar el afecto de sus hijos por la ausencia en el hogar. Grave error.
  • Cantaleta.
  • Preocuparse mucho o nada.
  • Un golpe o una palmada NUNCA educan: el niño aprende a obedecer sólo por miedo y no por convicción. La violencia NO permite que un infante interiorice una norma. Ante todo, disciplina con AMOR.

Ayuda a tu hijo con las tareas de la escuela


En la escuela tienen a los distintos profesores para poder consultarles, pero una vez llegan a casa es probable que tus hijos necesiten de la ayuda paterna o familiar para poder hacer sus deberes y diferentes tareas de colegio. He aquí las ideas básicas más importantes para poder ayudarles a realizar las labores pero siempre teniendo en cuenta que lo más importante es colaborar con ellos, no hacerles los trabajos. Vosotros queréis descansar después de todo un día trabajando, y el pequeño a buen seguro también está cansado y preferiría ver la tele o jugar a la consola o similar, pero los deberes no son cosa banal y complementan mucho su formación. Merece la pena, pues, un esfuerzo adicional por parte de todos…

-Crea UN AMBIENTE FIJO con el material necesario y una correcta iluminación, donde el niño pueda estudiar cómodamente y que el pequeño siempre se sienta identificado con ese espacio. Deberá ser un lugar donde reine la tranquilidad y el silencio para que se pueda concentrar sin dificultad. No estaría de más decorar ese espacio suyo con las cosas que está trabajando en el cole: mapas, murales, dibujos de historia… No es tan difícil, ten un poco de imaginación y acuérdate de cuando tú también ibas a la escuela. Y es que si a parte de la información que le viene en los libros, dispone de ella también en formato visual, su comprensión será mucho más rápida.

-ENSÉÑALE A CONSULTAR. Es importante que no se lo soluciones todo a la primera e incluso, si tú dudas de algo, muéstrate sincero y buscadlo juntos en una enciclopedia o diccionario. De esta manera crearemos un hábito y cuando nuestro hijo no sepa algo, no dudará en donde puede encontrar una buena fuente de información e irá con ello ganando en autonomía. Además, perderá el miedo a reconocer que algo puede no saberse pero eso no significa que no haya solución para resolverlo.

-Aprende a LEER CON ÉL los temas que ha dado en la escuela y refréscale los contenidos que le serán necesarios para realizar los deberes de los próximos días y las tareas en el colegio. De esta forma cogerá también el hábito de, antes de empezar los ejercicios, repasar cómo se hacían. Es importante en este sentido que le enseñes a subrayar lo indispensable y realmente importante de cada lección pues de pequeños tienden a marcarlo todo. Hacer juntos pequeños resúmenes. Es vital que aprenda cuanto antes a hacer una síntesis de todo lo que está aprendiendo. Dependiendo de la edad, le ayudará muchísimo a afrontar los exámenes y los trabajos. Si desde chico le enseñamos a descartar la información no necesaria y a resaltar la que es de verdad importante: habremos ganado mucho terreno para que asimile conceptos importantes sin dificultad.

-CORRÍGELE LAS FALTAS Y FALLOS pero cuando haya finalizado y explicándole muy bien y con calma dónde ha fallado y por qué lo ha hecho. Recuerda que es básico tener claro que el objetivo es ayudarles, no hacerle las tareas y es bueno que se equivoquen para que aprendan de sus propios errores. Quien no conoce sus fallos, está condenado a repetirlos.

-Como no todo es estudiar, permíteles ciertos periodos de DESCANSO. Un niño, después de su jornada escolar, ya viene cansado, de ahí que tampoco se le pueda exigir que tenga una concentración máxima durante mucho rato. Proponle pactos. Permite que vea su serie de TV favorita o juegue un tiempo previamente establecido. Fomenta que tenga algún reposo y deja que ese tiempo lo disfrute al máximo pero siendo estrictos en los pactos. Si se establece un periodo de media hora, será media hora, ni cuarenta y cinco minutos pero tampoco quince, así no perderemos el control de la situación.

-Hay que tener PACIENCIA y ser conscientes de que nuestros hijos no tienen por qué comprender del todo lo que acaban de explicarles en el colegio, de ahí que tengamos que armarnos de sosiego para explicárselo de forma tranquila las veces que sea necesario.

-Mete en su rutina el ORDEN. Acabadas las tareas, siempre debe dejar el espacio de estudio ordenado y listo para volver a comenzar al día siguiente. De esta forma entenderá la importancia de mantener el lugar limpio y lo extrapolará a otros ámbitos y momentos.

-Mantén el CONTACTO CON LOS DOCENTES para ver cómo va desarrollando sus tareas tu hijo y en qué debes colaborar e incidir más. De esta forma, controlaremos cuáles son sus puntos fuertes y sus carencias más destacables y fomentaremos su mejoría.

El primer día de preescolar de su hijo

El primer día de asistencia de un niño a una guardería o programa preescolar puede ser una experiencia desafiante, tanto para el niño como para sus padres. He aquí algunos consejos para aliviar las tensiones del primer día, ofrecidos por algunos padres que ya han vivido la experiencia.

Haga una cita para visitar el programa con su hijo antes del primer día.

  • Ayude a su hijo o hija a hacer una lista de lo que quiere averiguar sobre el programa. Por ejemplo, tal vez quisiera saber los nombres de los maestros, dónde se halla el baño y si se toman siestas durante la clase. Lleve la lista el día de la visita.
  • Haga arreglos para conocer a los miembros del personal y a los niños, para que su hijo conozca a algunas personas por sus nombres.
  • Pregunte al personal sobre lo que hace para ayudar a las familias a prepararse para los primeros días de asistencia de un niño. ¿Hacen los maestros visitas al hogar del niño? ¿Se invita a los familiares a quedarse en el aula con el niño durante las primeras semanas? ¿Se permite que el niño traiga objetos familiares como un osito o fotos de la familia y los mantenga cerca?
  • Después de la visita, converse con su hijo sobre lo que averiguaron. Por ejemplo: ¿encontró el baño? ¿Aprendió los nombres de los maestros?

Planifique de antemano para un primer día sin percances.

  • Varios días antes de que su hijo comience a asistir, empiece una cuenta regresiva y pídale que ponga marcas en los días de un calendario. Invítelo a ayudarle a recoger las cosas que necesitará llevar a la escuela. Permita que el niño escoja la ropa que va a usar y la comida que llevará para el almuerzo.
  • Asegúrese que su hijo o hija sabe cómo llegará al programa y a casa; por ejemplo, en coche con usted u otro familiar, en el coche de unos amigos o en un autobús (camión o micro escolar) amarillo.

Forme hábitos sanos para despedirse.

  • Comience con ritos sencillos de despedida que sean significativos para su familia. Su hijo o hija tal vez quiera que usted la abrace o que le recuerde que ella volverá a casa nuevamente por la tarde. O puede que quiera otro tipo de interacción con usted, como por ejemplo contar un chiste o decidir juntos cuál actividad ella querrá probar primero.
  • Si su hijo se siente angustiado cuando usted se va, comuníquele que comprende que extrañará a su familia mientras está en la escuela, pero que usted está seguro de que tales sentimientos pasarán y que se sentirá mejor después de un rato.
  • Si usted acompaña a su hijo o hija hasta el aula, no se vaya NUNCA sin comunicarle que va a irse, aun si sabe que la niña se perturbará cuando usted se vaya. Informe al personal que tiene que irse; ellos podrán consolarla y despertar su interés en alguna actividad.