domingo, 10 de octubre de 2010

FORJANDO LA PERSONALIDAD Y LA SEGURIDAD EN NUESTROS HIJOS



Todo padre ofrece a sus hijos amor y cariño; si nos damos cuenta que nuestro hijo pequeño carece de algo que está cambiando su conducta y personalidad, debemos tratar de solucionarlo; esto hará que nuestro niño se sienta más a gusto con sigo mismo y mantendrá buena relación con las demás personas de su entorno; ayudará también a desarrollarse intelectualmente.Hoy en día hay muchos enfermos mentales y personas con grandes problemas emocionales. Muchos de estos problemas pudieron haberse evitado si los padres hubieran satisfecho a tiempo las necesidades básicas de sus hijos.
¿Cómo poderles dar seguridad a nuestros hijos?
Por ello te explico como puedes responder a tu hijo en las diferentes circunstancias de la vida diaria.
1.Empiece pronto a mostrarle nuevas a cosas a su hijo
Trate de ofrecerle a su hijos tantas experiencias como pueda. Es importante que mientras más cosas pueda ver y hacer, el podrá sentirse más seguro. Es muy fácil, lo animo a que juegue con su hijo y con otros niños de su edad un par de horas todos los días; intente llevarlo a conocer lugares nuevos para que se relacione con personas y entornos distintos.
2.Prepararlo para afrontar nuevos reto
En cosas tan simples como ir al médico, el niño puede aprender a afrontar nuevos retos y solucionarlos decididamente, aumentando su seguridad con nuestra ayuda. Seguro que hemos escuchado a nuestros hijos decirnos:
-Mamá, ¿me va a doler? antes de entrar al médico o al dentista.
-Debemos contestarle con la verdad: claro que te dolerá un poco, pero se te pasará en seguida.
-Pero yo no quiero ir, puede responder; en este caso debemos responderle con firmeza pero con suavidad: pero debes ir, seguro que le quedará otra alternativa y esto le dará la seguridad que necesita para llenarse de valor.
3.Nunca avergonzar a nuestro niño
Muchas cosas asustan a los niños. Nunca debemos avergonzarlo por tener miedo; todo lo contrario, debemos hacerse sentir que en nosotros él tiene un apoyo para superar sus miedos. Recuerda que todo comportamiento humano tiene una causa y motivo.
4.Nunca amenazar a nuestros hijos
Pensar en amenazas para lograr resultados positivos en nuestros hijos es un total error, lo único que conseguirá será herirlo profundamente. Nunca le diga le diga palabras como:
-Si te portas mal te voy a regalar.
-Si no te portas bien me voy a ir de casa para siempre
5.No debe protegerlo en exceso
Debemos evitar que nuestros hijos dependan en exceso de nosotros; si lo hacemos, el niño tendrá miedo e inseguridad cuando no estemos con él. Hay que demostrarle y enseñarle que él es totalmente capaz de hacer las cosas con o sin nuestra ayuda. De esta forma el podrá:
-Salir de casa al colegio, tranquilamente y con la cabeza erguida, sin preocuparse por no tenernos a su lado.
-Podremos escuchar con toda seguridad algo como "Adiós mamá, me voy al colegio".



LA FELICIDAD Y LOS HIJOS


Todos los padres deseamos que nuestros hijos sean felices, en la felicidad influye un factor importante: dar seguridad. No olvidemos nunca que ellos se ven a través nuestro y tienen de si mismos la viva imagen que les damos nosotros. Somos realmente su espejo, y según lo que vean en nosotros se auto valoraran y podrán tener o no tener confianza en ellos mismos.
Si les riñéramos siempre, si encontráramos que todo lo hacen mal, si a menudo estuviéramos alterados y enfadados cuando estamos en casa y no reflejáramos la alegría de disfrutar de su presencia, sería fácil que los hijos, al encontrarse poco agradables para sus padres, perdieran autoestima; y al perderla -entre otros conflictos- no serian capaces de enfrentarse a los retos que les surgirán a lo largo de su vida.
Queremos favorecer la autoestima de los hijos, deseamos que sean felices y que con su seguridad sean capaces de amar. Generalmente poco sabe amar el que no se ama a sí mismo. Se da por descontado pues, por parte de los progenitores una actitud positiva constante y al hablar, actuar, informar y motivar a nuestros hijos e hijas transmitirles nuestra comprensión.
Los cuatro factores que influyen en su felicidad y en su autoestima:
1. Aceptación:
Nuestro hijo es una persona única e irrepetible. Él tiene cualidades y defectos, pero tenemos que estar convencidos de que lo más importante es que capte el afán de superación y la ilusión de cubrir pequeños objetivos de mejora personal. Las cualidades son agradables de descubrir, los defectos pueden hacer perder la paz a muchos padres, pero se pueden llegar a corregir con paciencia, porque aceptamos totalmente la forma de ser del hijo, incondicionalmente y para siempre.
La serenidad y la estabilidad son consecuencia de la aceptación y, esto quiere decir: debemos actuar independientemente de nuestro estado de ánimo y el de nuestros hijos. También en circunstancias de más dificultades, como serían las de tener hijos discapacitados tendremos que crear la aceptación plena no sólo de los padres si no también de los hermanos y familiares, con la convicción de que repercutirá todo el afecto que se da en bien de la familia.
2. Cariño:
Las manifestaciones de cariño constantes serán la mejor ayuda para que nuestros hijos logren una personalidad madura y estén motivados para rectificar cuando se equivoquen. La familia crea unos vínculos afectivos que facilitan el desarrollo de la capacidad de amar. Estas manifestaciones las viviremos con el lenguaje verbal de la palabra: "¡qué contentos estamos de tenerte!", "¡Cómo te queremos!", u otras frases de este estilo.
Tenemos a la vez el lenguaje no verbal, tan importante para saber que les queremos: gestos cargados de ternura, caricias, besos, abrazo, miradas de cariño o de complicidad que no podemos dejar de hacer aunque en la etapa adolescente puede parecer que no lo deseen. No es así: el adolescente está inseguro y reclama saberse querido.
3. Corrección:
La corrección no puede ser hecha por nuestra comodidad, ni por nuestro cansancio, por no decir por nuestro mal humor o poco dominio personal. No olvidemos que es importante saber que no debemos reñir nunca a nuestros hijos delante de otras personas, los podemos humillar. Demostramos que los queremos si hacemos correcciones con paciencia y con el objetivo de ayudarles a mejorar. Avisándoles sobre lo que está mal les damos la posibilidad de rectificar.
Cuando hacemos una corrección debemos decir lo que está mal, o sea el hecho, nunca calificar a nuestro hijo o hija. Por ejemplo decimos: "esto esta mal…no has recogido tu habitación", pero no añadimos: "eres un perezoso y un desordenado".
4. El elogio y la valoración:
Elogiar el esfuerzo de nuestro hijo, siempre es más motivador para él, que hacerle muchas recriminaciones. Cuando se ama se corrige y se avisa lo que se hace mal, pero con suavidad y marcando unas pautas y unos límites que deben seguir, así damos la posibilidad de mejorar la conducta y ayudar a su responsabilidad personal y, en todo caso, siempre deberemos censurar lo que está mal, nunca la persona de nuestro hijo o de nuestra hija.
Ciertamente que ante las desobediencias o las malas respuestas, podemos perder las formas, pero los adultos debemos tener la voluntad de animar aunque estemos cansados o preocupados; por esto, en caso de perder los nervios, lo mejor es observar, pensar y cuando estemos más tranquilos decir, por ejemplo: ''esto puedes hacerlo mejor, yo te ayudo''. Durante el tiempo que estamos con los hijos siempre tenemos ocasiones para valorar su esfuerzo, no pedirles más de lo que pueden hacer, sino se volverían retraídos por dar más responsabilidad de la que pueden asumir.
Vamos descubriendo las cualidades de nuestros hijos, debemos potenciarlas para que sean felices i mejoren su auto estima. El elogio debe hacerse siempre con objetividad, se trata de valorarlos pero de manera que no crezcan con afán de notoriedad, ni de superioridad, es conveniente hacer el elogio a solas; algún hermano puede quedar resentido interpretando que el no es tan valorado.