domingo, 28 de marzo de 2010


Cuando un niño dice a todo ¡NO!

ESte comportamiento es usual en muchos niños de 2 años a final de los 3.
Nuestros hijos están viviendo su momento de autoafirmación, de búsqueda de poder, de intentar salirse siempre con la suya, del NO! (y que te he dicho que Nooooo) para todo, de la pataleta, los gritos, las peleas, incluso de querer pegarnos porque no obedecemos sus órdenes!
Todo manual de pedagogía, toda guía para padres habla de este período. Así que nos hemos de felicitar porque tenemos unos hijos sanos que son capaces de a sus tres años desafiarnos!! Es como una adolescencia infantil…
¿Cómo vivirlo? Lo primero entender que no son niños/as malos, ni tiranos (aunque lo parezcan), ni lo hacen para fastidiarnos aunque sí para desafiarnos. Nosotros también fuimos así a su edad, y en función de cómo la vivimos entonces ahora lo demostramos (de eso hablaré en otro post).
¡Es desesperante!…. Es cierto, pero mejor conectemonos con la esperanza, confianza que tienes un hijo sano y que esta época (que pasará) le ayuda a crecer. Si no, estarás muy a menudo enfada, irascible, rabiosa como el y ahora necesita mucho tu amor, serenidad, seguridad y paciencia.
Lo tercero, es el momento de poner límites. Mamá y papá ponen las normas y ellos las cumplen les guste o no (sin negociación en la mayoría de casos, por ahora.). Ante sus negativas, nosotros decidimos y ellos no tienen derecho a voto (aunque sí tienen derecho a enfadarse, gritar, soltar la rabia que les da no ganar, patalear en el suelo).
En estos casos solemos perder fuerza dándoles explicaciones e intentando convencerles porque nos duele; perdemos energía porque nos sentimos culpables de mantenernos firmes mientras ellos lloran, gritan y pasamos mucha vergüenza porque montan el espectáculo donde sea.
¿Te sientes culpable de amar a tu hijo/a e intentar sea un/a joven con criterio y seguridad? Pues está en tus manos mostrarle ese camino o dejar sea un jovencito tirano y caprichoso.
“-Quiero un dulce. -Hoy no toca. Ayer te comiste dos y no es bueno comer dulces todos los días. -Siii, yo quiero uno ahora!.-Lo sé, pero no es bueno para ti”. Se enfada, grita y llora. Pataleta en plena calle. Permítele exprese su rabia pero no te enfades, no le chilles, no le digas nada más, no la intentes convencer que lo haces por su bien (ya se lo has dicho, te ha entendido, no le ha gustado y te lo va ha demostrar…).
Yo en ocasiones sigo caminando lentamente dándole tiempo a que me siga pero sin decirle nada. Cuando ve que estoy lejos viene corriendo, gritando y llorando “-Quiero un dulce!!!!!!!!”. Me agacho a su altura, lo abrazo y amorosamente le digo, “-Ya veo estás muy enfadado, lo entiendo, pero mamá sabe lo que es bueno para ti”. El sigue insistiendo -”Mama, yo quiero un dulce. -Claro, tal vez otro día, pero hoy no.” Y seguimos caminando, él llorando menos fuerte pero ya a mi lado.
Escenas como ésta hay muchas en el día a día: para irnos del parque, para ponerse el abrigo, para bañarse, por querer coger del súper lo que no debe, por querer jugar cuando es hora de comer, tarda una hora en irse a dormir, etc…
Hay días que lo vivo con agotamiento y otros con más serenidad, al igual que él hay días que apenas discute y podemos negociar y otros es un constante desafío.
Se podría decir que el “trabajo” de los peques de 2-3 años es el de intentar imponerse y mandar. Nuestro “trabajo” como padres es el de mostrarles el camino con amor, paciencia, con límites, seguridad y firmeza, con nuestro propio ejemplo y con respeto. Ser niño/a no es fácil y ser padres tampoco.
Lo que nunca les ha de faltar (y más en estos momentos) es nuestro amor, consuelo, nuestra dedicación y tiempo.


¿Qué hacer cuando tu hijo empieza a pegar?


Los dos años es el inicio del periodo de la autoafirmación y puede durar hasta el final de los tres años. Así que es un tiempecito que a los padres se nos hace eterno pues nos encontramos que nuestros dulces peques empiezan con el No! para todo, a desobedecer, a querer mandar, a gritar y llorar, pataleta en el suelo e incluso a pegar.
Como padres hemos de tener claro que ellos aprenden de nuestras reacciones.
Muéstrale que no es correcto pegar, enfádate, pon cara muy seria y de forma contundente le coges el brazo, le miras a los ojos y le puedes decir “A mi no me gusta que me peguen”, “No se pega, eso está mal hecho”.
Como seguramente seguirá insistiendo como si de un reto se tratase, te lo llevas a su habitación o a un espacio aparte y lo castigas un minutito sólo “Te quedas aquí castigado porque lo que has hecho no es correcto. No se pega, con las manos se dan caricias”. Te vas y lo dejas un minuto.
Probablemente se quede llorando a moco tendido, o incluso se niegue a quedarse castigado (los niños que pegan suelen tener un carácter fuerte… ). Tú insistes serio/a y firme. Cuando vayas de nuevo a su habitación (recuerda que con poco rato que esté sólo es suficiente) es muy importante hables con él/ella con un tono reconciliador “¿Sabes por qué te he castigado? ¿No me gusta que me pegues. Cuando pegas haces daño y a nadie le gusta que le hagan daño. Dame un beso de perdón. Yo también te doy un beso a ti para levantarte el castigo.”
Una vez lo has hablado y os habéis besado e incluso abrazo, ya no hay enfado, ya no hay castigo, nada de rencor, ni amenazas y no se vuelve a hablar más del tema (hasta la siguiente vez, claro).
Cuando pegue a los abuelos, tíos haces lo mismo. El enfado y/o castigo debe ser inmediato y corto. En esta ocasión cuando hables con él, también le pides que bese a sus abuelos o tíos y que les pida perdón. Y una vez levantado el castigo se zanja el tema.
No le digas eres un mal niño, eres malo porque eso no es cierto. Hace cosas incorrectas y tú estás en su vida para mostrarle lo correcto.
No le pegues para enseñarle que no se pega. Es incongruente, contradictorio y muy dañino.
Si no está acostumbrado a que sus papas se enfaden o lo confronten, se mostrará un poco más rebelde al principio, sé constante y ya verás como poco a poco lo irá integrando. Papá y mamá deben reaccionar igual ante el pegar, si no vuestro peque lo que aprenderá es que con papá no puedo pero con mamá sí… (o viceversa).
Pensad que es bueno le pongáis límites, los necesita! Tener paciencia y constancia y en unos meses recogeréis los frutos.